viernes, 8 de mayo de 2009

¿Cómo se produce un desprendimiento de tierras?

Todavía se siguen viendo muchos vaciados, zanjas, etc., en los que se dejan las paredes del terreno completamente verticales, sin adoptar ningún tipo de medida para prevenir los posibles derrumbamientos del terreno, tal y como contempla el apartado 9, de la parte C, del Anexo IV, del Real Decreto 1627/1997, sobre disposiciones mínimas de seguridad y salud en obras de construcción:

“b) En las excavaciones, pozos, trabajos subterráneos o túneles deberán tomarse las precauciones adecuadas:

1º Para prevenir los riesgos de sepultamiento por desprendimiento de tierras, caídas de personas, tierras, materiales u objetos, mediante sistemas de entibación, blindaje, apeo, taludes u otras medidas adecuadas.”

Los accidentes en obras de construcción siempre se producen por una conjunción de circunstancias y tal y como afirmaba un estudio de la Unión Europea, 2 de cada 3 accidentes accidentes ya están predeterminados antes del inicio de los trabajos y esto es especialmente cierto en accidentes por sepultamiento.

Habitualmente antes de que se produzca un desprendimiento de tierras, casi siempre se produce un agrietamiento de la cabeza del talud. Este agrietamiento empieza por una pequeña fisura casi imperceptible que va creciendo, hasta que se produce el derrumbe del terreno.


En algunas ocasiones, se podría dudar si el agrietamiento se debe al resecamiento de la capa superficial, o bien es el indicio de que el talud está perdiendo cohesión. Habitualmente cuando el agrietamiento se debe a la sequedad de la capa superficial, suele tomar forma de cuadricula o cuarteado, mientras que en el caso de agrietamientos indicativos de desprendimientos suelen tener una clara forma alargada. En otras ocasiones el peligro de desprendimiento es más que evidente:

El momento crítico se produce cuando empiezan a caer pequeños “hilos” de tierras, pequeños desprendimientos por las paredes de la excavación, que es el aviso de que la masa de tierras empieza a moverse y a partir de ese momento ya no se podrá detener. Es el momento, en caso de haber sido lo suficientemente imprudente de no haberlo hecho antes, de abandonar inmediatamente la zona, acotar y esperar que se produzca el desprendimiento.

Por muy duro y resistente que parezca un terreno, no se debe olvidar nunca que aunque se haya hecho una campaña muy exhaustiva de ensayos antes de la redacción del estudio geotécnico, lo único que podemos asegurar con certeza es que la capa superficial de la excavación que estamos viendo es de un terreno resistente, pero desconocemos si 25 cm más adentro cambia el tipo de terreno, o hay una galería que se excavó hace muchos años, o un pequeño vertedero, oquedad, etc., por lo que aunque hayamos realizado la excavación con el talud adecuado al tipo de terreno, se debe comprobar al menos diariamente antes del inicio de los trabajos y al finalizarlos, el estado de los taludes y de la cabeza del perímetro de toda la excavación y ante cualquier duda sanear la zona.

La decisión de sanear una zona de la excavación de la que tengamos alguna duda de su estabilidad no debe posponer, ya que a medida que avanzan los trabajos, los trabajos de saneo del terreno van a afectar a las unidades de obra ejecutada, retrasando el avance de los trabajos.


En algunas ocasiones se retrasan las decisiones, colocando testigos de yeso o incluso realizando mediciones topográficas en el caso de grandes masas de terreno, para comprobar la evolución del agrietamiento. Nosotros somos más partidarios de tomar la decisión de sanear la excavación ante los primeros indicios de falta de estabilidad.

También queremos destacar, que aunque no exista riesgo de desprendimiento de grandes masas de tierras, las consecuencias por las caídas de piedras o bolos también deben ser tenidas en cuenta, por lo que al realizar la excavación, debe cuidarse que no quede ningún elemento que pueda desprenderse.

La influencia de elementos externos al terreno, como la postes de conducciones telefónicas, líneas de alta tensión, etc. también puede afectar a la estabilidad de las excavaciones y aumentar las consecuencias de posibles derrumbamientos

Por último, además de insistir en la necesidad de vigilar el estado de las excavaciones, especialmente en épocas lluviosas, recordar que todos los movimientos de tierras deben realizarse adoptando “sistemas de entibación, blindaje, apeo, taludes u otras medidas adecuadas.”, así como que cuando existen riesgos especialmente graves de sepultamiento es necesaria la presencia de los recursos preventivos de la empresa contratista.

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